
El día transcurrió de forma muy amena, pero igual que el tiempo fue perfecto, también tendremos que decir que así como llegó, se fue volando. Ahora entiendo esa expresión de lo bueno si es breve, dos veces bueno, jejeje. Después de visitar León, nos dispusimos a montar las bicis de los que aún no habían llegado, el montaje como es habitual , tubo su dosis de Ley de Murphy, es decir, como siempre hubo un problema, los pedales de una de las bicicletas no aparecían por ningún lado.
Una vez llegaron nuestros compañeros de viaje, conseguimos localizar los dichosos pedales. Así como la gente fue llegando al albergue de León , me fui dando cuenta de todo lo que se nos venia encima, 5 personas de viaje se llevan bien, pero 21, me daba la sensación de que seria bastante más complicado, al final como siempre, el tiempo me daría la razón.

Tras una cena con todo el grupo, a la que yo no pude asistir por culpa de esa dichosa muela que tanta guerra me está dando, todo el mundo se dispuso a dormir, para así comenzar el viaje al día siguiente. La verdadera aventura estaba por venir.

A titulo personal y después de haber disfrutado del viaje diré que los días que transcurrieron hasta León , han sido los mejores de todo el viaje, no obstante los siguientes días, con sus momentos buenos y no tan buenos, formas parte de mis vivencias las cuales siempre te enseñan algo positivo.
Ahora solo me queda seguir contando mi paso por el Camino.
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