Biografia

lunes, 22 de noviembre de 2010

Taberna de Gaia - Carta de Laura.

Hoy me desperte y como todas las mañanas, visite mi blog para analizar las visitas y acto seguido pase por www.enflecha2.com donde Diego nos regalaba uno de sus articulos. Trataba sobre la carta de Laura, hija de los propietarios de La taberna de Gaia, en Foncebadon, cerca de la Cruz de Ferro. Esa carta es preciosa, no solo por lo contenido en ella, sin por lo que para nosotros significa. Después de este Camino, los amigos siguen creciendo. Os recuerdo, que si algún dia teneis la oportunidad, visiteis la Taberna de Gaia, http://www.latabernadegaia.com/esp/ donde podreis disfrutar de una compañia sin igual y una cocina de ensueño.
Era un viernes relativamente tranquilo. No se respiraba mucho ambiente y mis padres, dueños de la Taberna de Gaia y yo, decidimos que sería un buen día para cerrar antes el local e irnos a casa, sin mucha facturación en el bolsillo pero con la calma de tener un día de descanso a mayores. Enrique Notario se situaba en la mesa cuatro, empezando a comer y leyendo su periódico muy atento. Yo acababa de comer y no me había percatado de la supuesta cena de veinte peregrinos hambrientos y con ganas de reponer sus fuerzas con una buena comida medieval. Arrastrando los pies por el suelo de la cocina, temiendo que una vez más la taberna se encontrara vacía y mi aburrimiento se hiciera eterno, asomé la cabeza por la puerta de la cocina para verificar que, efectivamente, no había nadie a parte de un grupito en la mesa seis. Pero para mi asombro, me encontré con tres hombres. Dos estaban bajando las escaleras. El tercero afirmaba con la cabeza mientras miraba fijamente a mi padre. Acto seguido fui a su lado para preguntar qué era lo que pasaba. Mientras mi padre intentaba darle un tono despreocupante a la noticia de “nada mujer, que vienen 21 personas a cenar ahora, en cinco minutos”, instintivamente giré la cabeza hacia la izquierda. En cuestión de minutos la taberna fue llenándose de hombrecillos con chalecos rojos, hablando entre ellos y formando un mini escándalo en éste nuestro lugar. Mi primer pensamiento fue “qué desastre… la que me espera. Yo sola en el comedor, mi compañera tan a gusto en su casa y mi padre comiendo”. Pero tras varias bromas y comentarios de enflecha2, me atreví a pensar que no sería tan difícil. Debido a que el otro comedor se encontraba sin calefacción, mi padre decidió que yo, así de golpe, os distribuyera por varias mesas de la Taberna. Lógicamente empecé llenando la más grande: La mesa tres. Tenía el pulso como para robar panderetas, los ojos se me salían de las órbitas y el corazón palpitaba casi tan rápido como vosotros pedaleáis en vuestras bicicletas. No sabía cómo colocaros, era obvio que querríais estar juntos para que vuestra cena se hiciera mucho más amena. Pero cuando quise darme cuenta, tenía a la gran mayoría sentados por grupos. Unos en la mesa cinco (supongo que por el agradable calor que desprendía la estufa colocada justo al lado de esa mesa), otros en la mesa dos, y finalmente la mayoría en la mesa tres. Sin quererlo me hicisteis el trabajo más sencillo. Gracias a eso conseguí relajarme y me dispuse a colocaros los manteles y serviros las bebidas que quisierais. Mientras lo hacía, varias veces me disculpé en nombre de la Taberna de Gaia por no poder poneros a todos juntos. Mi sorpresa fue la respuesta que recibí “Tú tranquila, es normal, somos muchos y así de golpe. Si hace falta hasta te ayudamos eh, tú lo que necesites”. Ahí si que si, pensé que sería hasta divertido. Mi sospecha de que no sería tan difícil se confirmó. Coser y cantar. Al rato mi padre ya os había tomado nota y los dos nos dispusimos a serviros todos los platos, mientras en mis idas y venidas con platos para aquí y para allá, charlabais conmigo preguntándome mi nombre y haciendo bromas. A mi parecer, quedasteis contentos, vuestros comentarios eran agradables y éso hizo que el ambiente no fuera atareado. Pasamos a los postres. Poco a poco se acercaba la despedida. Es curioso… Con qué rapidez se puede coger cariño a una persona. Y más curioso lo es si en vez de una persona son 21.
Bien, al terminar los postres y recibir comentarios en forma de halagos, pedisteis la cuenta y varios compraron colgantes y demás artículos que tenemos expuestos en la barra.
Ahora si. Tocaba despedirse. Pero antes nos hicimos unas fotos con vosotros mientras reíamos amigablemente con varios comentarios graciosos.
A una de las personas que le vendí un colgante del horóscopo lunar celta, cuando iba a marchar junto a todos los demás, dijo casi a gritos “¡Laura, toma la dirección, veréis las fotos allí!” No se por qué ya no me resultaba raro que me llamarais por mi nombre. Por un momento además de camarera era persona. Acto seguido contesté con un efusivo ¡Ay, si!, y apunté la dirección.
Y bien, ahí llegó el final de la mini aventura que ambos, en distinta medida, pudimos vivir.
El motivo de mi email es simplemente hacer ver que si vosotros marchasteis satisfechos, nosotros igual o incluso más. Y ésa, amigos, es la esencia del camino.
Un saludo y fuerte abrazo de la camarera de La Taberna de Gaia.
Y por supuesto, ¡Buen camino!